martes, 3 de noviembre de 2009

Historia de un dorado.

Plaf! Qué fue ese ruido? Lo sentí a lo lejos, cerca de la boca de la laguna. Algo cayó al agua. Puede ser una presa, un jugoso almuerzo. Estoy desde el amanecer en esta corredera baja y aún no he pescado nada. El agua baja rápida y transparente pero yerma de vida.
Es raro, ayer a última hora, cuando casi no había luz, los cardúmenes de sábalos bajaban desesperados, muertos de miedo. Un miedo razonable, éramos un grupo grande acechándolos. Comimos bien. Por la noche la suerte mejoró cuándo ese pequeño carpincho se alejó del grupo y lo alcancé cerca de la orilla. Me encuentro satisfecho, tratando de digerir el manjar hasta que... ese ruido... me suena conocido. Luego de la caída mis líneas laterales detectaron la natación, irregular y veloz, de un pequeño pez. Podría ser una oportunidad. Lo dejaré pasar, tengo energía suficiente para unos días, volveré a comer luego. El pequeño pez de raro nadar se alejó y, hasta me pareció que salía del agua. Plaf! Otra vez! Mucho más cerca, casi en mis narices. Otro idéntico al anterior pasó cruzando la corredera unos metros delante de mí. Parece que esta boca empieza a moverse, me pondré atento. Qué le ocurre a ese cardumen de mojarras que huye a mi izquierda? Tranquilas chicas, estoy bien comido, no teman. Difícil que entiendan, ya no me creen desde la última vez que las encontré en una puntita de piedra del río principal. Yo me hacía el distraído hasta que debieron abrir su recorrido orillero para sortear el obstáculo. Y ahí estaba yo, con mi boca abierta para cazarlas. Algunos amigos menores estaban también acompañándome y les asestamos un golpe violento. Lo raro fue que en medio de ese frenesí, vimos caer una morena desde el cielo... Es curioso lo que manda el Dios Pez... Dentro de las curiosidades, acabo de ver un pequeño que no lograba cazar una sola mojarra nos ganó de mano y se tragó la morena en un santiamén. Luego empezó a saltar y a nadar en forma extraña hasta que salió del agua definitivamente. Un misterio. Nunca más lo volvimos a ver, quizás haya migrado a aguas más fértiles. Plaf! Otra vez, y ahora encima mío! ¡Basta! Esto es el colmo, este territorio es mío! Qué le pasa a ese pescadito? Ahora verá que le sucede, mis dientes le darán su merecido, nunca debió meterse en mi coto de caza.

La dentellada fue violenta, podría haber quebrado el espinazo de cualquier pez. Me sorprendió la dureza de este, así que mordí más fuerte. El pez trató de zafar de un tirón pero me clavó un aguijón. Estaba frenético, ese pequeño energúmeno que invadió mi territorio ahora me atacaba. Sería un bagre amarillo? Ya había sufrido sus chuzas una tarde de glotonería. No tiene ese gusto sabroso del amarillo, es más, ni siquiera tiene sabor. Saltaré para escupirlo y que se aleje. Nada. Sigue clavado y ahora empieza a llevarme hacia otro lado. No entiendo, qué es esto? Será este el camino del Dios Pez? Nunca creí que fuera a morir así. Me lleva hacia un ser extraño, abre un gancho y me atrapa en la mandíbula. Me sacan del agua, escucho gritos, veo nublado y empiezo a ahogarme. Estos seres parecen festejar mi desgracia. El impostor desaparece de mi boca, estoy libre de ese maldito invasor. Unas luces intensas estallan en mis ojos. Me entrego a mi este negro futuro, en estos diez años de vida no la he pasado mal. De pronto siento otra vez el agua en la panza, más gritos, parecen de alegría. Retomo la conciencia, esas manos me toman pero lo hacen con cariño, como con respeto o admiración. Ya no tengo miedo. Estoy de nuevo en mi medio, recupero la vista y la respiración. Veo una boga que pasa sorprendida y huye cobardemente. Ya nos veremos en situaciones más ventajosas, pienso. Siento caricias y me ayudan a respirar, estos seres parecen quererme. Intento salir nadando, pero aún estoy agitado. Segundo intento y estoy libre! Nado otra vez en mi río, llegaré hasta el fondo a descansar. A lo lejos los seres siguen haciendo ruido aunque no entiendo qué significa.

“Un doradazo, Juan! Pesó 19 kilos! Un hermoso animal, qué bueno que salió nadando.” “Qué pescado! No lo puedo creer! Mariano, vos crees que estos bichos entienden algo?” “No creo, no creo, son solo animales...”


Esta historia la encontré en internet y decidí publicarla para que nos ayude a tomar conciencia y cuidar nuestros ríos pra que nuestros hijos puedan disfrutar de ellos como lo lo hacemos nosotros.

PESQUEN CON DEVOLUCIÓN.

SALUDOS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy interesante su relato....sobretodo lo que dice al final...lo felicito...espero que mi hijo pueda disfrutar como lo hace ud...gracias por este blog