lunes, 5 de enero de 2009

BARADERO

Sábado, 3:00 de la mañana, desayúno con Tomy y mi hermano mientras esperámos que lleguen Mauro y Garo, al terminar nos disponemos a cargar la camioneta y para las cuatro de la mañana ya estamos listos para partir, el destino, Baradero, hermoso pueblo ubicado a 150km de capital y sobre la costa del Río Baradero.

Sin pausa pero sin prisa, una vez montados sobre la cinta asfáltica comenzó la infaltable ronda de mates que acompañada de historias, recuerdos y carcajadas hace que el viaje paresca un abrir y cerrar de ojos.


"6:07" fué la marca del reloj en el momento que tomamos la salida hacia la avenida San Martín, la cuál nos conduciría a la margen del río, no sin antes obligarnos a atravezar el pintorezco pueblo que nos recibía con la soledad de la madrugada. 15 minutos mas tarde llegamos al club naútico y nos pusimos en contácto con el amigo Pereyra, quién sería el encargado de cruzarnos a los campos privados de la margen contraria donde estaríamos solos ya que la costa del lado del pueblo suele llenarse de gente. Rápidamente traspasamos todos los bártulos, que no eran pocos, y abordamos el truker hasta nuestro punto de pesca, las condiciones no eran las mejores, el faltante de agua por culpa de las escasas lluvias era de mas de 1m, lo que complicó también el desembarque, pero como en la pesca nunca se sabe, nadie perdió las esperanzas.


Nos instalamos bajo tres árbolitos, y en menos de 5min el primer plomo tocaba el agua. En la mañana el pique estuvo muy entretenido, capturamos varias boguitas, 2 palometas, un bagre blanco, uno amarillo, algunas mojarras y tres tortugas.







Llegando al mediodía y con el sol rajando la tierra abandonámos un rato las cañas para almorzar y disfrutar de un fernecito bajo la sombra.




Mi hermano y Mauro seguían pescando a pleno sol, Garo dormía bajo el árbol y Tomy y yo jugábamos en la playita. Así trascurrió la tarde viendo pasar lanchas y veleros, el pique no mejoró, pero un vecino capturó un doradillo de unos 2k aproximadamente, lo que nos deja con ganas de volver cuando el río recupere su caudal. A las 20:00 Pereyra pasaba a recogernos y luego del pequeño paseo en lancha y los agradecimientos para con el amigo, cargamos todo nuevamente y partimos.

Al salir, la belleza y sencillez del pueblo nos cautivó y nos llevó a recorrer sus calles inundadas de gente que iba y venía en todas direcciones, pero muy relajada, sin ninguna prisa, por un momento me pareció estar en la peatonal de alguna ciudad de la costa, tan lindas eran sus calles llenas de negocios y bares que nos dejamos seducir y nos detuvimos en un barcito para disfrutar unas cerverzas, en realidad mas que de las cervezas, del momento, estábamos mas que satisfechos de haber pasado un día espectacular y conocído un nuevo lugar donde saben como tartar a la gente para que pase toda la semana pensando en volver.










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